lunes, 27 de enero de 2014

Kit de supervivencia para el siglo XXI

Desde hace unos años, estamos acostumbrados a oír la palabra “crisis” por todas partes. Sabemos que hay mucha gente con deudas que no pueden pagar, sin dinero para subsistir y sin trabajo ni esperanza de conseguirlo.
La crisis económica ha afectado ya a muchísimas familias en todo el mundo, las cuales se “aprietan el cinturón” para seguir viviendo dignamente; o al menos para intentarlo. En cambio, a pesar de que dicho problema esté ya globalmente reconocido, son muchas las personas que no quieren abrir los ojos o quizás ni siquiera se han planteado si lo quieren hacer o no.
Mientras un padre o una madre hace horas extra en el trabajo (si es que tiene la suerte de seguir trabajando) para poder disfrutar de una situación económica un poco más cómoda en casa, otros miembros de la familia se ocupan de buscar por internet cuál es el próximo modelo de teléfono móvil que se va a comprar; o dicho de otra forma, que le van a comprar.
Esto suele ocurrir con personas menores de treinta años que han nacido y sido educados en la sociedad de consumo que los poderes económicos han ido construyendo para su uso y disfrute; e incluso se podría llegar a decir que las personas que oscilan ahora entre los treinta y cincuenta años también han optado por este estilo de vida como filosofía.
Pero todo esto no es más que una partida de cartas bien jugada en la que grandes marcas han aprovechado el talón de Aquiles del ser humano, en este caso la necesidad de aceptación social, y lo han convertido en una necesidad constante de consumo en el que nunca acabamos estando satisfechos del todo.
Ya desde pequeños nos gusta tenerlo todo, aunque esto quizás sea por el hecho de que estamos descubriendo el mundo, sus colores, sus texturas… Cualquier objeto que vemos lo queremos coger y normalmente acabamos saliéndonos con la nuestra porque a los adultos que nos rodean se les cae la baba viéndonos sonreír, de modo que están dispuestos a lo que sea para conseguirlo.
Cuando ya crecemos un poco y vamos adquiriendo uso de razón, la televisión nos dice básicamente que cuanto más tienes, más feliz eres y nosotros nos lo creemos porque, al fin y al cabo, sólo somos niños. Yo creo que esta etapa es la más importante a la hora de convertirte en un completo consumidor, ya que es cuando estás aprendiendo cuáles son los valores que debes seguir para formarte como persona dentro de una
sociedad. En un principio son los padres o tutores legales quienes educan al niño, pero es obvio que éste no vive dentro de una burbuja y todo lo que le rodea le afecta para bien o para mal.
Como bien he dicho antes, los medios de comunicación de masas, y más concretamente la televisión, aprovechan esta situación no solo creando perfiles sociales de triunfadores y de marginados, sino que también te da la opción de convertirte en triunfador mostrándote esos maravillosos juguetes, ropa o cualquier cosa que puedas enseñar a los demás.
A partir de ese momento en el que el niño va al colegio y ve que sus compañeros tienen, por ejemplo, una mochila de sus dibujos animados favoritos, está deseando llegar a casa y pedirle una mochila igual a sus padres porque él también quiere que le vean con ella.
Uno de los mayores errores del ser humano es el hecho de que juzgamos a las personas con sólo mirarlas; sin pararnos a pensar ni si quiera que no es una persona poco fiable porque lleve rastas en el pelo, por ejemplo. Por eso, como queremos ser aceptados en la sociedad en la que vivimos, nos vemos obligados, por decirlo de alguna forma, a seguir determinadas modas; las cuales se basan simplemente en consumir unas cosas u otras.
Siguiendo con las etapas de la vida de una persona, el siguiente paso es la adolescencia, donde absurdamente hay que demostrar que no somos parte del estereotipo de perdedor que nos han inculcado desde pequeños, sino que somos los triunfadores. En pocas palabras, tenemos que demostrar que ya no somos los niños que éramos antes, sino que ya hemos crecido y en lugar de pedir juguetes, pedimos otro tipo de productos que son incluso más caros que los anteriores. De esta forma, vamos esperanzados hacia nuestros padres para decirles que queremos una Blackberry porque nos hace muchísima falta y no podemos vivir sin ella, pero cuando por fin nos la compran y pensamos que somos felices, sale al mercado un nuevo móvil que es prácticamente igual que el que ya tenemos pero con otro nombre. Normalmente en esta situación intentamos autoconvencernos de que con el nuestro nos vale, pero cada vez son más los amigos que se pasan a ese nuevo teléfono móvil y al final nos acabamos sintiendo desplazados siendo los únicos que no nos hemos renovado.
Es decir, que hasta hace relativamente poco tiempo nuestra única necesidad era tener una Blackberry y ahora que la tenemos, ya no nos parece suficiente y no sólo pedimos más, sino que pedimos reemplazarla por otro móvil. Ya no queremos saber nada de esa marca que tanta felicidad se suponía que nos iba a traer.
Visto así carece totalmente de lógica, pero cuando esto nos pasa a nosotros mismos, de alguna forma o de otra conseguimos darle sentido y la mayoría de las veces nos acabamos convenciendo de que volver a comprar es la mejor opción. En definitiva, los
líderes económicos mundiales pueden estar más que satisfechos y contemplar orgullosos cómo nos hemos convertido en perfectos consumidores que competimos con nosotros mismos para ver quién es el que gasta más en algo que podría ser muchísimo más barato y, lo peor de todo esto, es que cuanto más mayores nos vamos haciendo, más asentado lo tenemos en nuestra cabeza.
Por todo esto, mi propuesta para la portada de la revista Commons es crear la ilusión de que estamos comprando un kit de supervivencia para el siglo XXI, donde lo importante para vivir a gusto contigo mismo no es el cómo eres, sino lo que tienes.
A simple vista parece que nadie es tan materialista o influenciable como para que sea necesario plasmar esta idea en una portada y que todo el mundo sabe ya que no todo lo que compramos es necesario para vivir, pero yo creo que siempre pensamos que eso no nos pasa a nosotros y que a nosotros no nos han educado de esta forma o hemos sabido escoger qué nos inculcan y qué no.
Con la portada que he creado, la idea es llamar la atención de la gente a través de productos y marcas deseados por gran parte de la población y una vez se hayan parado a mirar la revista, se den cuenta de que es un kit para sobrevivir en la sociedad de consumo que hemos creado y que ellos también lo necesitan, ya que de no ser así, no les habría picado la curiosidad ni habría perdido parte de su tiempo en comprender de qué se trata la fotografía.
De esta forma, quiero invitar a los lectores a que recapaciten y piensen si de verdad todos esos productos son realmente necesarios para sobrevivir o si en realidad son sólo caprichos temporales que serán sustituidos por otros caprichos muy parecidos en cuestión de meses. Que vean que no hay que darle tan importancia al aspecto que llevamos, ni a ir a la última moda ni hacer lo que todos hacen, sino estar a gusto con uno mismo y con las personas que te rodean sin fijarnos en lo que tienen o dejan de tener los demás.
A continuación inserto mi propuesta para la portada de la revista, la cual es simplemente una idea que, de ser utilizada, habría que mejorar; ya que no dispongo de los conocimientos suficientes como para crear una imagen de alta calidad.